Del
poema 27
Escucho
que en mis adentro, algo vaga
El
delirio de la madre tierra, su belleza
Que
pasaran los años, sin que se haga
En
el mundo de nuevo, la naturaleza.
Porque
al río, y a los bosques, yo me arrimo
Me
siento pequeño, en el mundo un enano
Me
siento inútil, sin fruto, como un ramo
Que
no tiene en su racimo, un solo grano.
Yo
sé que en la bendita tierra, los amantes
Que
tienen herida y enferma, su alma bella
Viven
como tupidos helechos, están distantes
Lloran
de pena, por que perdieron, su estrella.
Yo
se que en esta vida, quedan muy poco
Ya
no hay gobernantes, menos geniales
Se
lleno el Congreso, de pinochos loco
No
practican lo que predican, los inmortales.
Allá
en Patagonia, en los campos, vastos
Andan
señores dándoselas, de justicieros
La
sin razón los aplasta, como a los pastos
Y
rompen la tierra, con pezuñas, de carneros.
Muchas
veces me pasó, en mis derrotas
Pienso
debiéramos ser, como los triunfales
Como
tu desgracia, a ellos les rebota
Cuando
llevan, una vida de tontos, mortales.
Ir
a las alturas para saber, cuándo se está abajo
Te
darás cuenta por donde, anduvieron tus pasos
Y
en tu propio cuerpo sufrís, el dolor del trabajo
Y te afirmas, en la derrota, ante tus fracasos
A
mí no me dan pena, masticar amarguras
Ni la estupidez que hice, con mi vida
Siento
como mis predica, son tan puras
Y
si pierdo, le debo a otros, esta inútil caída.
Vago
en la nieve en blancas, y heladas cumbres
Ando
arreando animales, ovejas y cabras
Me
da miedo avece, la incertidumbre
Olvidara
la fe, creyente, de mi palabra.
Yo
no seque carajo hago, en este mundo
Bueno
me trajo a la vida, mi pobre madre
A
nadie le gusta vivir, sobre lo inmundo
Si
nací luchando, le doy las gracias, a mi padre.
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