DEL
POEMA 3
Amiga en tu rancho la vida es incierta
y el arroyo cantarín me moja ahora
se oxidan la bisagras de tu puerta
y los deudos de una niña que llora
pasa una procesión de una muerta.
El tiempo la distancia cuando pasa
el corredor de la tapera están en ruina
eso por ningún lado es una casa
solo sirve para nido de golondrinas
los recuerdos vividos no se transa.
Hay amores que, brillan a toda hora
y el crepúsculo, esta al rojo y arde
como una muchacha feliz, encantadora
deja abierta, la triste sonrisa, de la tarde
y su gracia angelical, y seductora.
Te daré mis versos, y también mi poesía
en los árboles del otoño, del amarillo abril
y recordarte siempre, dulce madre mía
como en mis sueños, te llevo flores a mil
si mis amores, fueron, pura fantasía.
El canto de la lloica, no la afea
vive en Patagonia y cumbres, indianas
y el canto de la calandria, que recrea
y se encandila, con el sol, de la mañana
sumisa en su cantar, y parpadea.
En una laguna tengo la luna escondía
entre nubes y misteriosa espuma
en el crepúsculo cuando fuiste mía
y no sé cómo se oculto en la bruma
y se pierde en la lejana serranía.
Que importa son nubes fugitivas
de una muchacha como mi dolores
y la tormenta avanza como viva
como el capullo virginal de amores
no viajes siempre muchacha a la deriva.
El viento de la tarde y las hojas que agita
en el otoño secas y amarillas y resolanas
frescas iluminadas brillan infinita
y el mar me grita con su voz lejana
tiene un alma y su corazón palpita.
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